Con el paso de los años, la industria de los videojuegos ha crecido a pasos agigantados a la par de las nuevas tecnologías adaptadas al mundo del entretenimiento.

Las conexiones rápidas a Internet han permitido conectar a jugadores de todo el mundo, llevando la competitividad y globalidad a un nuevo nivel.

Los eSports son el área deportiva de los videojuegos, donde las personas se desarrollan entrenando física y mentalmente con el objetivo de adquirir habilidades que les permitan competir a nivel profesional con otros jugadores.

Una modalidad que día con día gana mayor importancia en el mundo.

Todos los juegos calificados como eSports cumplen una serie de requisitos “no oficiales” pero reconocidos mundialmente: deben tener estructuras competitivas profesionales, como: Ligas, torneos, equipos, clubs, federaciones y deben tener un factor competitivo que promueva el afán de superación.

Quizá hace unas décadas, hubiera sido difícil imaginar que algún día los “gamers” profesionales se convirtieran en íconos que participarían en competencias en grandes recintos transmitidas ante millones de espectadores y que incluso llegara a ser la rama del deporte con los atletas mejores pagados del mundo.

Esto ha abierto multitud de debates y opiniones en cuanto a si jugar un videojuego se puede considerar como un deporte, ya que ligamos ese término a ejercicios que requieren esfuerzo y destreza física.

Sin embargo, actividades como el ajedrez son consideradas un deporte ya que requieren disciplina, un entrenamiento ordenado, constante, riguroso y cuenta con un reglamento estructurado y reglamentado.

En la actualidad, cada vez más marcas de talla internacional se suman a los patrocinadores de los deportes electrónicos al grado de que un campeón de la Copa del Mundo de un videojuego como Fornite, puede ganar hasta tres millones de dólares, una cifra seis veces mayor a lo que se lleva el ganador del primer lugar de la carrera ciclista Tour de France.